sábado, 15 de diciembre de 2012

La Madrastra

Wiwica era una "imillita" (muchachita) tierna, hijastra  de Pituca, mujer tirana como toda madrastra. La dócil pastorcita tenía a su cargo una tropilla de ovejas. Un día de esos, ordenó la madrastra que llevara las ovejas al campo, y dándole una buena porción de lana para que hilara, ledijo: Si no terminas hasta  la tarde de hilar estsa lana, te arrancaré los pocos cabellos que te quedan. Esta impositiva tarea, resultaba muy recargada y casi imposible para la pobre pastorcita. Wiwica lloraba amargamente por temor al castigo diario que acostumbraba propinarle su madrastra, de repente,  en uno de sus acostumbrados parajes se le apareció una hermosa señora, quien compadecida de su situación le hablo de esta manera: ¿Porqué estas triste, hermosa "Imillita"?...- No puedo terminar la tarea que me dio para hilar mi severa madrastra, diciendo esto, las lagrimas corrieron por sus mejillas. La caritativa señora, al ver la aflicción de "Wiwica", le dio el siguiente consejo: Dale de comer la lana a tu "chitita" (cordero wajchu) y que de por si saldría, junto con el excremento del animal, la lana ya hilada, y que ella sólo se preocuparía en ovillarlo. En efecto, así sucedió.
Sorprendida la madrastra de que sus exigencias eran siempre cumplidas por su hijastra "Wiwica", llena de admiración preguntóle por la persona que le había ayudado a hilar, "Wiwica" con la sinceridad que la caracterizaba, había contado todo lo sucedido. La madrastra dudando de las palabras de la "Imillita" y , le observó secretamente y lo único que pudo notar, es que la ovejita, efectivamente mascaba la lana que la pastora llevaba. Ante esta visión, Pituca, la envidiosa madrastra, ordenó que su hija Sabina hiciera lo mismo y que por esta vez, la cenicienta "Wiwica" se quedara en la casa.
Pero por más esfuerzo que hizo la hija, la "chitita" no quería comer la lana y mocho menos que la devolviera hilada. Sabina, esperanzada que por si hiciera el milagro, jamás volvió a su casa una hebra hilada.
Un día domingo, Wiwica fue a misa con su madrastra y con gran sorpresa en uno de los altares de la Iglesia, reconoció a la bondadosa Señora que se le había aparecido en el campo, pues, nada menos que era la Virgen de la Candelaria.
La envidia que es característica de almas de escasa cultura, no falta entre el campesinado, este defecto ha sido duramente criticado por el regnícola. La leyenda es semejante a otros en Castellano como el de la Cenicienta.
La moraleja que corresponde a este cuento es la siguiente: "Kkeusaschistaja Diosaja alttayatamwa", o sea: Si me tienes envidia, Dios te va a castigar.

Leyenda Aymara- Castellano relatada por Damiana Arispe,
 indigena de la Comunidad de "Wenkasi" de 65 años de edad,
provincia de Chucuito, Departamento de Puno

JOSÉ MARIA ARGUEDAS

Como escritor es autor de novelas y cuentos que lo han llevado a ser considerado como uno de los tres grandes representantes de la narrativa indigenista en el Perú, junto con Ciro Alegría y Manuel Scorza. Introdujo en la literatura indigenista una visión interior más rica e incisiva. La cuestión fundamental que se plantea en sus obras es la de un país dividido en dos culturas (la andina de origen quechua y la urbana de raíces europeas), que deben integrarse en una relación armónica de carácter mestizo.
Se debe destacar su estudio sobre el folclore peruano, en particular de la música andina; al respecto tuvo un contacto estrechísimo con cantantes, músicos, danzantes de tijera y diversos bailarines de todas las regiones del Perú. Su contribución a la revalorización del arte indígena, reflejada especialmente en el huayno y la danza, ha sido muy importante.

Aqui les dejo un video con el audio donde el escritor interpreta "El Carnaval de Tambobamba", enseñandonos como se debe cantar y sentir el verdadero huayno peruano

viernes, 17 de agosto de 2012



El bolsillo del diablo

Virú, viejo, era pura quincha; allí no había otra cosa que no fuera caña brava; algunas casas de caña brava estaban embarradas y otras, no; así es que podía mirarse el pensamiento de la gente; otros solamente embarraban la parte por donde el viento azotaba. Y eso era todo, viejo, y todo el mundo estaba contento.
Pero no era todo. Por el lado sureste del pueblo, a unos pasos de la Acequia Grande y teniendo a la vista la Huaca de don Eloy, se levantaba una fila de ranchos de caña brava a ambos lados, desembocaba en el callejón que venía de Chequepe, faldeando la  Huaca de don Eloy; y se agarraba, después de un silencio de ranchos, a las otras calles del pueblo.
Viejo, no es por hablar; pero allí, en esos ranchos vivían una finas que daban que hablar. Estas facinerosas tenían todavía sus buenas chicherías, adonde nos íbamos a emborrachar y a perder el sombrero. Por esas chicherías adquirían mundo y arte la tal Jacoba Pura, la tal Naranjito, la tal Francisca Trinidad y otras que si alguna vez las vi, ahora  ya no me acuerdo. Pero qué causas, viejo, qué piqueos; lifes, camarones al río; cañanes, iguanas al monte; cabrito o huacho al rocoto; mejor ya no sigo para no provocarme de esas cosas.
Esas brujas estaban reconocidas por el diablo; por eso era famoso El Bolsillo; no sé cómo lo hacían, pero estaban compactadas con el diablo; habían hecho pacto, porque el tío bajaba de la huaca de don Eloy en caballo blanco bien jateado,  expresamente a verlas. En la desembocadura del Bolsillo había una piedra grande, a manera de Batán; llegó a ser batán, pero bien grande, donde las mujeres de la calle molían el chuño para la chicha; tú ibas en la mañana, en la tarde o en la noche, y siempre encontrabas alguna vieja moliendo algo, era famoso el batán del Bolsillo; hasta este batán llegaba el jinete y allí se detenía, se paraba un momento, seguramente a repasar la lista de la discípulas y luego se iba a visitarlas.
No me vas a creer viejo, pero siempre cuando no eran las seis de la mañana, eran las doce del día, las seis de la tarde o las doce de la noche en que ladraban los perros como pagados. A las doce de la noche sólo lo mirábamos los borrachos que nos quedábamos a majaderear y a tomar por amor al arte como dicen los que saben. En una de estas horas se aparecía el tío, pero antes se escuchaba como un tropel de caballos que corría, que venía, que se acercaba y en eso se aparecía el jinete vestido de blanco, montado en caballo blanco bien jateado, con espuelas y todo, igualito que el patrón, se paraba al lado del batán como a recordar algo, visitaba luego a la Pura, a la Naranjito, viejo, aquí entre nos, le sobraba el arte  a la Naranjito, y el tío se las veía  con ella, como se dice; visitaba  a la Francisca Trinidad, visitaba a las otras, y luego se le miraba salir medio borracho, porque llevaba ladeado el sombrero y hacía por caerse pero el jodido no se caía, porque si se caía se iba a quedar dormido igual que todos los borrachos, porque qué corona tenía el diablo para no roncar y no sentir como nosotros cuando estábamos con los alcoholes subidos, nos peleábamos por quitarle las espuelas, basta, decíamos, viejo, con eso ya no teníamos por qué preocuparnos qué íbamos a comer mañana.
Pero ve a ver, no se caía el bandido, salía del Bolsillo, se iba por la ruta de la huaca, arrendaba por el filo de la Acequia grande y galopaba al castillo de Tomabal y se perdía allí.
Por eso de que  habían brujas en el Bolsillo, y por eso de  que llegaba con cierta frecuencia el tío al lugar a visitar a sus muchachas, de ahí para acá viene el nombre del El Bolsillo del Diablo. Viejo, pero el diablo no es buen amigo que digamos, y nadie quería discutir con él, por eso cuando escuchaban el ruido como tropel  de caballos, se ocupaban de inmediato y se iban para sus casas a hacer lo que tenían que hacer y el diablo caminaba sin amigos, pero los perros si salían a ladrarle, al menos eso conseguía ya que no le dejábamos el menor resquicio para hacernos pecar, y nos llegaba el humo de la Naranjito, de allá de su rancho, y nosotros, desde el batán, olíamos la carne del diablo.

miércoles, 8 de agosto de 2012

CASARASIRI

Los rayos del Sol se esconden
y la noche comienza a cubrir
la inmensa soledad del campo.
En las penumbra se afirma la idea
de hacer el "Sarttasi" a la hija del vecino
para el "Yokalla" que ha crecido como la yerba
en año de lluvia sin granizado ni helada
y ya pide mujer a sus padres.
Hay que seguir la ley de los mayores
de costumbres que aún quedan 
de soberbia cultura que desfallece 
y que pronto morirá sin remedio.
Prontito nomás hay que  casar al "Wayna"
para que no se escape a la ciudad
ni se presente voluntario a la milicia.
La "Ttinqa" del alcohol barato
está listo para la partida,
la coda de la Yungas bolivianas
endulzará los labios de los viejos
y la "Chinja" en "Incuña" roja
con dulces panes y galletas
para la "Imilla" del "Sarttasi".
Emborrachar a los "Auquis" y parientes, 
dejarlos soñando con la venta de la ternera,
embaucar con lisonjas a la "Tawaco"
y robarla después de la media noche,
simulando gritos de auxilio,
de llanto sin lágrimas como quién doce:
no quiero....no quiero, llévenme más prontito
Héctor Estrada Serrano
En  "Un Jachchy" de poemas

lunes, 6 de agosto de 2012

POEMA AYMARA

LLAQUI  JAWIRA
(Río de penas)

Riachuelo que naciste en el Ande,
saltas turbulenta en la pendiente, 
apasible serpenteas en el llano
engendrando vida por sonde pasas.
Eres segura esperanza del labriego,
la humanidad doliente te llama,
quieren agua y tienen hambre.
"Pajjchita" de río cordillerano,
te contemplo con ansiedad de niño
por que se que en tu transitar eterno
te llevas las penas y los dolores
de los humanos que sufren, 
de los seres que lloran, 
de las miserias del mundo.
Quiero que mis penas se vayan,
lejos, muy lejos de mi, 
con la sorriente del río,
con sus aguas cristalinas
que limpian el alma de los dolores, 
con sus burbujas de hielo que entumecen el corazón.
"Chullumpi" "Chullumpito",
"Uma pojjtiriru Chahakeri
salika jamachchi"
(huraño chullumpi que te pierdes
en el salto de los ríos), carga con mis penas
y piérdete para siempre
entre las espumas blancas
del riachuelo Huenkasi,
No vuelvas nunca,
jamás retornes por la corriente
para turbar mi alma dolorida.
Riachuelo que naciste en el Ande,
quiero que mis penas se vayan, 
lejos, lyu lejos de mi,
de "Pajjcha en Pajjcha",
de riachuelo en riachuelo, 
de río pequeño a río grande,
llegar al turbulento Huenke 
y dormirse en el misterioso lago
donde tu transitar eterno termina,
donde se sepultan las penas.
                      LEJOS... MUY LEJOS DE MI

Estrada Serrano, Héctor 
Poemas y relatos Aymaras